¿POR DÓNDE EMPEZAR A TRABAJAR LA AUTOESTIMA?
Para que lo veas más claro, aquí te dejo la gráfica de la autoestima, de este modo, verás las partes que la constituyen y el orden. Igual que cualquier pirámide, necesita unas buenas bases y cimientos para que no se caiga, por ello empezamos a trabajar nuestro amor propio desde abajo, hasta arriba. A continuación, verás sus significados.
Según la RAE (Real Academia Española) es la valoración, generalmente positiva de sí mismo.
Autoconocimiento: Es hacer un proceso psicológico de introspección. Conocerte totalmente como individuo, reconocer quien verdaderamente eres, y saber cuáles son tus verdaderas necesidades para ser feliz. Es un viaje donde cuestionarte absolutamente todas tus creencias, y desprenderte de todas aquellas que te desconectan de tu verdad, de tu esencia, de tu ser. Observar cuáles son tus actitudes, aptitudes, conductas, y valores para potenciar tus fortalezas y mejorar tus debilidades. Desde este escaque puedes hacer conscientes tus sombras y llenarlas de luz.
Autoconcepto: Es básicamente la imagen que tienes de ti mismo. Se forman en particular de la interacción que tienes con otras personas. Es la percepción que tienes de tus capacidades y singularidad. No coincide necesariamente con la realidad, se ve afectada por factores personales y sociales. Aquí debes tener en cuenta la diferencia que hay entre tu YO IDEAL y tu YO REAL. Debes equilibrar la balanza para que no haya demasiada autoexigencia o culpa entre ambas. Elevarte a la altura de tus expectativas, o bajar tus expectativas a la altura de la realidad.
Autoevaluación:
Es el proceso mediante el cual una persona puede ponerse a prueba, desde una mirada crítica por sí misma. Te permite conocerte más. En este punto debemos diferenciar la evaluación del juicio, y la crítica destructiva o constructiva.
La evaluación, es un chequeo honesto que haces sobre tus habilidades e incompetencias. Además, te observas para saber si es preciso trabajar en tus debilidades o simplemente aceptarlas porque no te perjudican ni te limitan.
Para no caer en la trampa de la autoexigencia o desvalorización hacia ti mismo, es fundamental el autoconocimiento. Conectar con tu verdad, con lo que es importante para ti, y no tanto con lo que se espera de ti, te ayuda a descubrir que aspectos tuyos deseas cambiar o mejorar, y cuales no. Siempre desde tu propio criterio.
Autoaceptación:
Aceptarnos tal y como somos, con flexibilidad, y conscientes de que tenemos opciones de cambio.
Debemos diferenciar la aceptación de la resignación. Pues no consiste en “poner la otra mejilla” o “conformarse con lo que hay”.
La resignación es un conflicto interno. No querer lo que tenemos, además, tener que vivir con ello con conformismo y pareciendo agradecidos por ello.
La aceptación es lo contrario, por ello para llegar a la aceptación hacemos un gran trabajo de inteligencia emocional. Empezando por comprender, y terminando por amar las circunstancias que tenemos tal y como son, sin resistencia, ni deseo de cambio. Es entonces cuando sentimos el agradecimiento por lo que ya es. En este caso, aceptándonos como somos, con nuestras luces y nuestras sombras también.
Autorrespeto:
El grado de respeto que tienes hacia ti mismo. Cuando llegamos a respetarnos a modo profundo, estamos en el camino hacia nuestro propósito de vida, pues estamos respetando a ese maravillo ser que somos.
Cuando respetamos a modo superficial, estamos respetando nuestros objetos materiales, opiniones, éxitos, raza, o estatus quo, y todo ello depende de la aprobación externa.
Las opiniones y criticas de los demás, son cambiantes, hoy puedes gustar y mañana no. Entonces todo tu autorrespeto y autoestima dependerá de las circunstancias externas.
En cambio, cuando estamos respetándonos de una manera profunda, respetando a nuestro ser, nada externo puede alterarnos. Para permanecer en este autorrespeto debemos conocer a este YO interno. Ese que no se considera ni gordo ni flaco, ni joven ni viejo, ni se identifica con nada que pueda determinar su personalidad. Una vez sentimos esta luz dentro de nuestro pecho, que impregna todo nuestro cuerpo, para hacernos sentir la verdadera plenitud, comprendemos que lo que tenemos dentro es digno de respeto, sea cual sean las máscaras o identidades que nos hayan estado acompañando durante toda nuestra vida.
El autorrespeto, independiza. Al no depender del reconocimiento ni aceptación externa, permite expresarse con honestidad y coherencia. Esto genera una alegría interior, y permite tener finalmente una actitud genuina y espontanea.